La naftalina, por Agustí Estévez Andreu
Aquel día de clase empezaba como cualquier otro, a la hora
de siempre, en la misma aula en la que se almacenan, año tras año, todos esos conocimientos
hablados y escuchados, y en la pizarra donde, capa de tiza tras capa de tiza, los
mismos alumnos de ayer cuentan los días que faltan para acabar con el tedio
habitual.
Sin embargo, hoy nada sería igual, y todo porque una simple
sustancia iba a revolucionar el ambiente. Un laboratorio, una probeta, un
quemador, un termómetro y un cronómetro se encargarían de hacer el resto. A cada minuto la
temperatura aumentaba y el olor a gas resultaba ciertamente embriagador. Los
estudiantes, inquietos, se miraban entre sí y anotaban en su diario garabatos que,
más tarde, con la frialdad de la tecnología, analizarían hasta desentrañar
todos sus secretos, para gritarlos a cuatro voces por toda la escuela.
Todo empezó como siempre, pero aquel día nada fue igual,
aunque ahora dudo si fue la naftalina o tal vez el influjo de la profesora de
Química.
(mil perdones por el agravio que pueda suponer llamar a esto
micro-relato)
Micro-relato realizado como tarea de la unidad 2 del curso MOOC de ABP @ABPmooc #ABPmooc_intef
me gustò!
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