martes, 8 de abril de 2014

La naftalina, por Agustí Estévez Andreu

La naftalina, por Agustí Estévez Andreu

Aquel día de clase empezaba como cualquier otro, a la hora de siempre, en la misma aula en la que se almacenan, año tras año, todos esos conocimientos hablados y escuchados, y en la pizarra donde, capa de tiza tras capa de tiza, los mismos alumnos de ayer cuentan los días que faltan para acabar con el tedio habitual.

Sin embargo, hoy nada sería igual, y todo porque una simple sustancia iba a revolucionar el ambiente. Un laboratorio, una probeta, un quemador, un termómetro y un cronómetro se encargarían de hacer el resto. A cada minuto la temperatura aumentaba y el olor a gas resultaba ciertamente embriagador. Los estudiantes, inquietos, se miraban entre sí y anotaban en su diario garabatos que, más tarde, con la frialdad de la tecnología, analizarían hasta desentrañar todos sus secretos, para gritarlos a cuatro voces por toda la escuela.

Todo empezó como siempre, pero aquel día nada fue igual, aunque ahora dudo si fue la naftalina o tal vez el influjo de la profesora de Química.


(mil perdones por el agravio que pueda suponer llamar a esto micro-relato)


Micro-relato realizado como tarea de la unidad 2 del curso MOOC de ABP   

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